Las Murallas Venecianas de Bérgamo fueron construidas entre 1561 y 1588 por la República de Venecia para defender la ciudad, que en ese momento era la frontera occidental de sus dominios terrestres.

Estas murallas se crearon para proteger a Bérgamo de ataques enemigos, especialmente de Milán dominada por los españoles. Su construcción fue una obra colosal que implicó la demolición de más de 250 edificios, incluidos ocho religiosos como la catedral de San Alejandro, y movilizó a miles de trabajadores bajo la dirección de arquitectos venecianos y locales.

Este sistema defensivo, que tiene unos seis kilómetros de longitud, es un ejemplo destacado de la arquitectura militar renacentista y ha permanecido casi intacto hasta la actualidad. Se integraban con otras fortificaciones anteriores y con el camino protegido conocido como «Strada coperta».

El valor de las murallas fue reconocido internacionalmente cuando en 2017 la UNESCO las declaró Patrimonio de la Humanidad como parte de un conjunto transnacional de fortificaciones venecianas del siglo XVI y XVII.

Las murallas no solo tenían una función militar, sino que también definieron el desarrollo urbano y social de Bérgamo, fortaleciendo la ciudad alta y sus alrededores.

Las Murallas han sido restauradas en varias ocasiones, notablemente entre 1976 y 1984, para conservar su estado y permitir que hoy sean un punto importante de interés turístico y cultural en la ciudad.

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