Un sarcófago romano notablemente bien conservado fue desenterrado en la capital de Hungría.

Los arqueólogos del Museo de Historia de Budapest descubrieron el ataúd de piedra caliza durante una excavación en Óbuda, un distrito al norte de la ciudad que una vez formó parte de Aquincum, un bullicioso asentamiento romano en la frontera del Danubio.
Lo importante de este descubrimiento es que el sarcófago se encontró con su tapa de piedra todavía fijada en su lugar, asegurada por abrazaderas metálicas y plomo fundido, tal cual fue enterrado.
El sarcófago contenía en su interior una serie de objetos: dos recipientes de vidrio completamente intactos, figuras de bronce y 140 monedas. Un alfiler de pelo de hueso, una pieza de joyería de ámbar y rastros de tela de hilo de oro, lo que junto con el tamaño del esqueleto, hacen pensar que la tumba perteneciente a una mujer joven que vivió ahí hace 1700 años
Durante el período romano, gran parte de lo que hoy es Hungría formó la provincia de Panonia, cuya frontera corría a lo largo de la orilla derecha del río Danubio a menos de 1,6 kilómetros del sitio. A poca distancia se encontraba un campamento legionario que custodiaba la frontera del imperio, y se cree que las estructuras recién descubiertas formaban parte del asentamiento civil que crecía a su alrededor.




