La historia de la isla de Grado está estrechamente vinculada a dos ciudades emblemáticas: Aquileia, una de las principales urbes comerciales del Imperio Romano, y Venecia.

El primer registro en el que se menciona Grado se encuentra en la “Historia Langobardorum” de Paulo Diácono, fechado en el año 789 d.C. Sin embargo, la formación física actual de la isla y su laguna responden a un proceso complejo que inició tras el último período Glacial y el consecuente aumento del nivel del mar.

Las evidencias arqueológicas revelan que el área de Grado estuvo habitada desde al menos el siglo II a.C. Estudios estratigráficos realizados en el cementerio de la basilica paleocristiana de Sant’Eufemia encontraron fragmentos de cerámica a profundidades entre 1.6 y 6 metros bajo el nivel medio del mar. Estos vestigios datan aproximadamente entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C., lo que sugiere la existencia de un puerto o actividades costeras relacionadas con la recién fundada colonia romana de Aquileia.

De hecho, antes incluso de la fundación de Aquileia en 181 a.C., el área de Grado ya estaba habitada, probablemente por su cercanía a la desembocadura de un río navegable, el paleorrío Isonzo. Durante el final del Imperio Romano, la construcción de viviendas y un pequeño necrópolis atestigua un fuerte desarrollo del asentamiento.

El mayor impulso de Grado, sin embargo, se produjo en un contexto geopolítico muy diferente tras acontecimientos como el sitio de Aquileia por Atila en 452 d.C., la guerra gótica entre griegos y ostrogodos (535-553 d.C.) y la invasión lombarda en 568 d.C. Durante los siglos V y VI, debido a frecuentes incursiones bárbaras, Grado se convirtió en una fortaleza con la construcción del Castrum, cuyas bases aún existen.

En esta época, Grado tomó el relevo como puerto principal para el noreste de Italia, ya que el puerto de Aquileia entró en declive, principalmente por cambios hidrogeológicos que lo sepultaron por completo. Así, Grado no solo fue un enclave estratégico en tiempos difíciles, sino que sentó las bases para ser un referente en la historia marítima y cultural de la región, hasta convertirse en la precursor y madre simbólica de Venecia.

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Recientemente, un equipo interdisciplinario de científicos e investigadores italianos ha reportado un importante hallazgo en Grado (Friuli Venezia Giulia): tres palizadas de época romana y altomedieval que permiten estudiar las variaciones históricas del nivel del mar en la costa noreste del Adriático.

Mapa de ubicación del área de estudio. (A). La estrella roja dentro de la caja indica la ubicación de Grado en la costa norte del Adriático. (B). Ubicación de la investigación arqueológica (círculo rojo y flecha), con el perímetro del Castrum (línea amarilla audaz). Datos del mapa: Google, Image©2024 Airbus. Fuente.



Estas estructuras, inicialmente diseñadas para proteger contra la erosión costera y contener materiales de relleno, están excepcionalmente bien conservadas, con la más antigua datada entre el siglo I y II d.C. Lo fascinante es que a través del análisis de estas palizadas y otros restos arqueológicos pudieron reconstruir no solo el ambiente deposicional antiguo, sino también las fluctuaciones del nivel del mar durante los últimos 5,000 años, incluyendo intervenciones humanas significativas desde el siglo II a.C.

La empalizada US 14. (A): la barrera continua de los tablones. (B): las tablas afiladas por un hacha para facilitar la penetración en el suelo. Fuente.


Gracias a técnicas modernas, como la dendrocronología y los modelos numéricos que consideran procesos glacio-isostáticos, los investigadores pudieron estimar que, por ejemplo, en la época romana el nivel del mar estaba aproximadamente 1.2 metros más bajo que el actual. También detectaron un aumento de al menos 40 cm hacia el siglo VI d.C., reflejado en daños que un organismo marino (Teredo navalis) causó en las maderas sumergidas.



Estas evidencias no solo ilustran cómo el medio natural ha cambiado con el tiempo, sino también cómo las comunidades humanas respondieron a estos cambios. Desde antiguos trabajos de relleno y construcción de barreras hasta la consolidación de asentamientos estratégicos como el Castrum de Grado, la historia demuestra una constante interacción entre el ser humano y su entorno costero.



Este trabajo es un claro recordatorio de que las zonas costeras, donde vive gran parte de la población italiana y mundial, siguen siendo muy vulnerables a los efectos del aumento del nivel del mar y fenómenos meteorológicos extremos. Comprender su evolución pasada ayuda a proyectar escenarios futuros y diseñar estrategias más efectivas para proteger estos territorios.

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