Muchos veces paseando por aqui o por alla encuentro calles con nombres curiosos.

Uno de estos, lo encontré hace pocos días en San Marino. La «vía dona felicissima», que en español sería la calle de la mujer muy feliz.  No pude evitar imaginarme una mujer super contenta por quién sabe que motivo. Sin embargo el nombre no tiene nada que ver con esto.

Según la tradición,  Marino antes de ser Santo, llegó a Rímini procedente de la isla de Arbe, en Dalmacia, en la segunda mitad del siglo III d.C. junto con otros canteros para reconstruir el puerto y las murallas de la ciudad gravemente dañadas por las invasiones bárbaras.

Seguramente tuvo numerosas ocasiones de ir al monte Titano, para buscar material y piedras para su trabajo.

Cuando comenzaron las persecuciones contra los cristianos del emperador Dioclesiano, decidió refugiarse en el monte. En el construyó una pequeña iglesia dedicada al apóstol Pedro y comenzó a llevar una vida muy sencilla de trabajo y oración; poco a poco, una pequeña comunidad cristiana se fue reuniendo a su alrededor.

La tranquilidad de la vida de Marino se vio amenazada por un tal Verissimo, hijo de Doña Felicísima, la propietaria del monte Titano.

Un día Verissimo disparó una flecha a Martino, pero esta terminó por clavarse en el mismo Verissimo.

La madre de Verissimo rogó a Marino que salvara a su hijo, cosa que éste hizo, y a cambio le regaló el monte Titano como muestra de gratitud.

Este es el origen del curioso nombre de esta calle. La mujer no estaba feliz, solo era su nombre.

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