El origen de Montagnana resale probablemente a la epoca Romana sin embargo el primer registro escrito de una fortaleza ubicada en esta zona se remonta a un documento fechado el 27 de diciembre de 996, en el que Hugo de Toscana dona este territorio al monasterio de Santa Maria della Vangadizza, establecido en Badia Polesine, «casa et curte dominicata cum castello et ecclesia».
En los siglos siguientes, numerosos documentos atestiguan su función defensiva y protectora en beneficio de las aldeas circundantes, cuyos habitantes debían mantener el aparato defensivo (murallas, bartizanas, puentes) y prestar servicio militar hacia el castrum, considerado un refugio común de vital importancia para la seguridad de todos.

Sin embargo, eso no bastó, ya que en 1242 Ezzelino III da Romano asalto e incendio la ciudad, pero como buen hombre de guerra, reconoció su importancia y reconstruyó las fortificaciones, de hecho a él se le atribuye la realización del Mastio o torre del homenaje del castillo de San Zeno.
La finalización y reorganización general de las murallas de la ciudad, hasta lograr el aspecto que conocemos hoy, fue llevada a cabo en el siglo XIV por los Carraresi, quienes, después de haber asegurado su dominio sobre toda la zona padovana, vieron en Montagnana una guarnición estratégica, cerca de la frontera con sus principales adversarios, los Scaligeri de Verona.
La construcción de las nuevas murallas permitió aumentar de manera considerable el espacio al interno de estas, hasta completar un aproximadamente un rectangulo de 600 x 300 metros, con un perímetro de casi dos kilómetros, y un area di 24 hectareas. Esta gran area protegida permitía incluso la realización de cultivos que podrian ser de vital importancia para la sobrevivencia de sus habitantes en caso de asedio.
Las murallas terminadas con merlos de tipo guelfo, tienen aproximadamente un metro de grosor, de 6 a 8 metros de altura, y están rodeadas por un foso que era inundado por un de un canal, el Fiumicello, que extraía las agua del rio Frassine, ubicado a un par de kilómetros de distancia.


Además, la estructura militar estaba rodeada por cuatro fortificaciones perimetrales avanzadas, hoy desaparecidas, y las fortalezas que defendían sus dos puertas estaban a su vez rodeadas por un foso hacia el lado de la ciudad.
En esa época, para conquistar militarmente una fortaleza como esta no habían muchas posibilidades: o se destruían las murallas y las puertas con catapultas u otras armas similares o se trataba de escalarla. Montagnana, con sus altos muros y sus dos puertas fortificadas (castel san Zeno y Rocca degli Alberi) fue construída para ser inexpugnable y, de hecho, nunca fue conquistada hasta la llegada de los grandes cañones de pólvora, que podían fácilmente romper los altos y delgados muros medioevales, hechos simplemente para evitar que fueran escalados.








Originalmente el acceso a la ciudad estaba controlado por las puertas fortificadas del castillo de San Zeno (al este, en dirección a Padova) y la Rocca degli Alberi (al oeste, en dirección a Verona). Sólo más tarde, en el siglo XVI, se abrió una tercera puerta (Porta Nova o Puerta de Vicenza) al norte para facilitar la comunicación con el puerto fluvial de Frassine.


Resumiendo, las murallas de Montagnana, constituyen uno de los ejemplos más importantes y mejor conservados en Europa de una ciudad amurallada medieval.
En definitiva, una auténtica ciudadela fortificada que tras la conquista veneciana en 1405, tuvo la suerte de tener una existencia bastante pacífica, que le permitió llegar casi intacta hasta nuestros días.




