Durante los últimos años de la década entre 1560 y 1570, en las suaves colinas donde hoy se produce el preciado prosecco doc di valdoviadine, durante los trabajos de construcción de una villa ocurrió un encuentro único entre dos de los más importantes artistas del Veneto y de todo el Renacimiento: Andrea Palladio y Paolo Veronese.

Este no podría haber ocurrido sin el impulso de dos de los más cultos y sofisticados miembros de la nobleza veneciana, los hermanos Daniele y Marcantonio Barbaro, quienes quisieron a los mejores para la construir y decorar de su villa ubicada en la localidad de Maser.
Lo anterior junto al hecho de que esta es una de las pocas villas que se construyó completamente siguiendo los diseños originales de Palladio, hacen de Villa Barbaro algo verdaderamente único.

La villa tiene un cuerpo central y dos barquesas laterales que terminan en dos grandes palomares que en sus frontones tienen grandes relojes solares. Como en todas las villas, las habitaciones y bodegas ubicadas en las barquesas eran dedicadas para almacenar y transformar productos agrícolas, y para producir todo lo que los habitantes de la villa necesitaran.




Paladio aprovecho con maestria la pendiente del terreno. Las habitaciones de la parte delantera del «piano nobile» están en el segundo piso, osea en la parte alta del edificio, desde donde se podia tener una bellisima vista al jardín delantero y al valle. Mientras que en la parte trasera, que da hacia la colina, se puede acceder directamente al pequeño e intimo jardín trasero donde se encuentra el ninfeo.



En el interior de la villa, el pintor Paolo Veronese creó lo que se considera uno de los ciclos de frescos más extraordinarios de su carrera. Como era muy común en esa época los afrescos representan escenas y personajes de la mitología, pero algo muy interesante es que en muchas habitaciones están representados miembros de la familia e incluso sus mascotas. En algunos lugares se esconden pequeños detalles como personas que se asoman de puertas ventanas y otras cosas interesantes. Veronese tambien quiso dejar su seño el la villa pintando su autorretrato y el de una mujer que se cree sea su esposa.


Después de la muerte de los Hermanos Barbaro la villa pasó de los descendientes de Marcantonio a los Trevisano, de éstos a los Basadonna, y luego a los Manin, de la rama de Ludovico Manin, último doge de la República de Venecia. Este último la vendió en 1838 a Gian Battista Colferai, que la había alquilado durante algunos años, pero sus herederos, para no gastar dinero en una propiedad indivisa, dejaron de realizar los permanentes trabajos de manutención que un edificio de este tipo necesita, sufrido la villa algunos daños importantes. Fue el industrial friulano Sante Giacomelli, que compró la propiedad en 1850, quien la restauró y renovó, recurriendo a las obras de Zanotti y Eugenio Moretti Larese.
Durante la Primera Guerra Mundial, el edificio albergó el puesto de mando del general Squillaci. El frente estuvo a pocos kilómetros de la villa pero afortunadamente esta no sufrió daños.
En 1934 fue adquirida por Giuseppe Volpi, de Misurata. Fue su hija Marina, que se enamoró de la villa y se instaló a vivir en ellaa a continuar las obras de restauración a lo largo de los años. En la actualidad, la villa está habitada por Vittorio Dalle Ore, marido de la hija de Marina, Diamante Luling Buschetti, fallecida en abril de 2018.





