Durante la Edad Media, muchos miembros de la nobleza o ricos comerciantes vivían en las llamadas casas torre. Estas eran verdaderas fortalezas construidas con propósitos defensivos y residenciales. A menudo se ubicaban en lugares estratégicos, como cerca de los muros de la ciudad o en la cima de una colina.

A pesar de su tamaño, las casas torre no eran invencibles y podían ser asediadas y conquistadas en tiempos de guerra.

San Gimignano, es la ciudad donde hoy existe la mayor cantidad de casas torre, muchas de ellas son ahora hoteles de lujo.

Las casas torre eran muy diferentes a las viviendas de los comunes habitantes de las ciudades o de las casas de los humildes de los campesinos, las que a menudo solo tenían una estancia que hacía las veces de salón, cocina y habitación.

En cambio, las casas torre eran espaciosas. En la planta baja se encontraba la entrada, que a menudo estaba protegida por una puerta de hierro. En ella podía encontrarse la actividad comercial de los propietarios como también una sala de almacenamiento para alimentos y suministros.

San Gimignano, Toscana.

En los pisos superiores se encontraban las habitaciones, que eran más lujosas que estaban decoradas con tapices y alfombras, y aunque tenían ventanas, éstas no eran tan grandes como para permitír la entrada de una gran cantidad de luz natural. También había una cocina y un comedor, donde se servían las comidas.

Las casas torre eran un símbolo de estatus y sin duda más alta era la torre, mayor era la riqueza de sus propietarios.

En resumen, vivir en una casa torre en la Edad Media era un signo de riqueza y poder. Aunque las casas torre eran espaciosas, seguramente no era tan cómodo vivir en ellas, pero sin duda era el precio de pagar por vivir en un lugar fortificado y protegido.

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