Una de las primeras cosas que me llamaron la atención en mi primera visita a Pompei fueron unos grandes bloques de piedra puestos en algunos cruces de calles.

Estos bloques, conocidos como «pavimenti» o «piedras de cruce», eran ingeniosas soluciones de ingeniería utilizadas por los romanos para facilitar el paso de los peatones y protegerlos de las aguas pluviales que solían inundar las calles durante las lluvias. Al observarlos más de cerca, pude notar que estaban diseñados a una altura específica para permitir que las ruedas de los carros pasaran por debajo sin problemas, mientras que al mismo tiempo ofrecían un camino seguro para los transeúntes. Además, estos bloques no solo cumplían una función práctica, sino que también eran parte integral del diseño urbano de Pompei, mostrando cómo la civilización romana priorizaba la comodidad y la funcionalidad en su vida cotidiana.

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